Aunque la natación no es un deporte de contacto y por tanto a primera vista podríamos pensar que es una actividad con menor porcentaje de lesiones, la realidad es que hay otros factores además del contacto que pueden hacer que aparezcan lesiones en los nadadores.

Podemos enumerar múltiples lesiones, pero no las vamos a tratar de una forma clínica si no más bien de los cuidados que hay que tener a la hora de no padecerlas, ya que muchas de ellas se pueden evitar con unas rutinas sencillas y conseguiremos mayor rendimiento y menos descansos para la recuperación.

También es importante subrayar que casi todas las lesiones en natación vienen determinadas por dos causas. La primera es el volumen de entrenamiento en condiciones de intensidad media y alta, estamos hablando de deportistas de clubes con objetivos nacionales e internacionales y la segunda la falta de técnica en el desarrollo de los movimientos, por falta de flotabilidad, tensión muscular, vicios heredados de una mala formación en las edades escolares, etc.

A esto se le puede unir como importante el cuidado de nuestra alimentación, el sueño, el calentamiento previo a los entrenamientos y competiciones y la recuperación (vuelta a la calma) después de cada entrenamiento.

¿Qué zonas debemos cuidar? 

1.- Hombros

2.- Rodillas

3.- Cuello/Espalda

4.- Otros zonas

1.- Lesiones en el hombro

Es una de las lesiones más frecuentes, también llamada: hombro de nadador, consiste en un dolor en la parte anterior del hombro a consecuencia de la inflamación del manguito de los rotadores.

Normalmente los nadadores que más lo sufren son los crolistas, (estilo libre) por la dificultad de estabilizar el hombro en el rolido (nadadores con mala técnica) o bien porque en los entrenamientos es el estilo con mayor volumen de metros.

Podemos ver estos videos que nos dan las pautas para prevenir y curar la lesión del manguito.

2.- Rodilla del nadador

La natación es uno de los deportes más recomendables en la rehabilitación de lesiones, en casos de artrosis, escoliosis o problemas cervicales y lumbares por su escaso impacto y bajo riesgo, derivado del medio donde se desarrolla. 

Sin embargo, su carácter cíclico, repetitivo, y una mala ejecución pueden también ser origen de lesiones. Una de ellas,  común en profesionales con alta intensidad de nado, es la “rodilla del bracista”.

Esta afección, como su nombre indica,  se produce casi de manera exclusiva en nadadores del estilo braza. En su práctica, las rodillas se flexionan numerosas veces en rotación externa y valgo forzado, incidiendo en el ligamento lateral interno de la rodilla, la región femoropatelar medial, cápsula y membrana sinovial. Se manifiesta en dolor sobre la cara interna de la rodilla, intensificándose durante la fase de propulsión de la patada de braza.

La importancia de la prevención

Según un estudio, la incidencia de esta lesión de rodilla en profesionales es bastante alta, superando el 70 % de los casos. De estos, el dolor mayoritariamente se presenta durante el entrenamiento; es decir, en la práctica de nado. Sin embargo, la gravedad de la lesión también  puede alcanzar cuotas elevadas, saltando de la piscina a la cotidianidad de las actividades diarias. Es importante, por ello, un control preventivo de manos de profesionales de la fisioterapia, que analicen cada caso y marquen pautas de actuación personalizadas en función de la situación de cada paciente.

Para evitar padecer este tipo de afecciones, algo imprescindible es depurar la técnica de nado. La patada característica, como decimos, es un movimiento biomecánicamente complejo a nivel de rodilla. Por ello, mejorar la técnica evitando movimientos que tensionen de manera negativa los tejidos cobra especial importancia en este caso, siendo clave a la hora de impedir complicaciones. Además, es fundamental incidir en el fortalecimiento de la zona lumbar y abdominal, una de las más sufren en este tipo de deportes, proporcionando así mayor estabilidad y equilibrio.

Igual de importante es la realización de ejercicios de estiramiento tanto antes como después de la práctica, procurando estirar todos los segmentos corporales, en un tiempo aproximado de 20 minutos. Al mismo tiempo, trabajar la flexibilidad de la columna aportará grandes beneficios al nadador y a su técnica.

A pesar de seguir estos pasos, es posible que aparezca dolor, sobre todo en profesionales que llevan tiempo practicando el estilo braza. Si sucede, el nadador deberá disminuir la intensidad del entrenamiento. En estos casos, el fisioterapeuta llevará a cabo una evaluación completa que tendrá en cuenta la naturaleza intermedia de la articulación y, por lo tanto, las conexiones superiores e inferiores de la misma. A partir de aquí, establecerá una serie de pautas de actuación y tratamiento para una correcta recuperación. En este sentido es importante mantener los estiramientos e incidir en el fortalecimiento de la musculatura, así como corregir con un entrenador los errores de estilo. Es conveniente además aplicar frío y ultrasonidos  o TENS, entre otras cosas, para paliar los efectos propios de esta lesión.

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3.- Dolor de cuello/espalda

La espalda puede ser otra de las partes del cuerpo que se veía comprometida con los esfuerzos y la extensión de esta durante largos periodos. La naturaleza repetitiva de los golpes, la alta posición de la cabeza y la tensión causada por la fuerza que requiere la actividad deportiva en el movimiento de patada para evitar que las caderas y las piernas se sumerjan, dan lugar a una serie de problemas en la zona.

La mejor prevención es sin ninguna duda el calentamiento y el estado de nuestros músculos y articulaciones antes de nadar. Estar en buena forma nos ayudará a evitar movimientos antinaturales o torpes. El fortalecimiento, el estiramiento correcto y el ejercicio aeróbico regular es la mejor prevención de lesiones en la espala y lesiones en la natación en general.

4.- Otras lesiones en la natación

Existen otras lesiones adicionales que pueden surgir al practicar con la natación, como tendinitis del pie o del tobillo por movimientos repetitivos de patadas. El síndrome de estrés en el codo y otras lesiones en las manos o muñecas pueden ser consecuencia de movimiento de tracción de la parte inferior de los brazos y las manos a través del agua. Los síntomas de este tipo e lesiones menos frecuentes pueden doler o/y molestar incluso mas que las zonas anteriormente citadas ( hombro, cuello y rodillas).